Ni siquiera sé si esto es una violencia Me cuesta reconocerla en mi cuerpo Me cuesta reconocer mi cuerpo Y soportar la toxicidad Que me ancla en el fondo del mar En medio de esta marejada
Siento que sólo depende de mí Porque las otras personas tampoco hablan Y ninguno sabe qué hacer Porque no habíamos hablado antes
Pero el problema no es el mar Sino como nos movemos Y hay que aprender a fluir Para sentir las olas distinto
Así, al encontrar en el mar la conciencia y la fortaleza Sé que yo No seré cómplice De los silencios patriarcales
Entonces seré libre Y no cerraré mi boca Ni tendré mi cara contra mi almohada Seré dueña de mi cuerpo Me habitaré a mi misma Como forma de resistencia y conciencia
Colombia, siglo XXI y no sé hasta qué punto soy o no mujer.
No me gustan los vestidos, no me gusta el rosado, no me gustan las muñecas, no me gusta atender el hogar, no quiero tener hijos, no me gusta la idea del embarazo, no me gusta ser delicada, no me gusta ser sumisa, no me gusta callar mis ideas, no me gusta pensar en que solamente sirvo para procrear, no me gusta pensar que mi vida es para un hombre, no me gustan los hombres, no me gustan los niños, no me gusta cuidar a otros, no me gustan los tacones, ni el maquillaje, no me gustan las princesas no me gusta ser devota a alguna religión, no me gusta tener que apoyar al “hombre del hogar”, no me gusta seguir reglas, no me gusta tejer, no me gusta sentarme como “una señorita”, no me gusta darle lo mejor a otro hombre, no me gusta restringir mis opiniones, no me gusta ser “como una flor”, no me gusta pintarme las uñas, no me gustan las historias llenas de castillos y fantasía, no me gusta mantener limpia una casa, no soy experta en sentimientos, no soy increíblemente sensible, no me gusta quedarme sentada mirando a otros trepar árboles, no me gusta no poder hacer lo que quiera porque “no debería”, porque “no es un comportamiento adecuado”… ¿Acaso no soy suficientemente mujer?
Me gustan los pantalones,
los chalecos y los relojes de bolsillo, me gusta el azul, me gusta la razón, me
gusta tener un pensamiento propio, me gusta estar contra la corriente, me
gustan los muñecos de acción y los carritos, me gusta trepar árboles, leer teoría
y crítica, me gusta la política, me gusta considerarme agnóstica, me gusta un
aspecto natural, me gusta trabajar, me gusta construir una vida para mí, me
gustan las historias antiguas, me gusta viajar sola, me gusta valerme por mí
misma, me gusta la autonomía, me gusta tener un hogar lleno de hijos perrunos y
gatunos, me gusta oír todo el día música, me gusta andar descalza o con zapatos
de charol, me gusta considerarme fuerte y valiente, me gusta sentarme en el
piso, me gusta ser apoyo de otras mujeres, me gustan las mujeres, me gusta
pensar que soy alguien completa sin necesitar a otro ser humano… ¿Acaso no soy
suficientemente mujer?
Y no importa verdaderamente
si estoy en Colombia y en el Siglo XXI, podría estar en Rusia, India, Corea,
Canadá, Francia, Islandia, Chile, Irak, Estados Unidos, Israel… Podría estar
en el primer siglo, en el III antes de Cristo, en el XIX, en el VI… Podría
pertenecer a cualquier lugar y a cualquier siglo. Aun siendo así, ¿acaso no soy suficientemente mujer?
De que las hay, las hay… se dice en todas partes, quién no ha visto o escuchado sobre esas mujeres oscuras, feas y viejas, que espantan, tienen pactos con el diablo, hacen hechizos, conjuros y además vuelan en escobas, esas que se alejan si les pones sal o unas tijeras abiertas, que además son tan ociosas que le hacen trenzas a los caballos, pero ¿qué sabemos realmente de las brujas?, ¿de dónde salieron?, ¿cuál es su historia?
Estas mujeres que empezaron a ser llamadas brujas, realmente no tenían pactos con el diablo, ni hacían brujería, sino que ellas conocían de botánica, el manejo de minerales, curación de enfermedades, eran parteras y conocían su sexualidad, además de manejar formas para controlar la natalidad. Estas mujeres lo que hacían era resistirse al control de la iglesia y del estado, pues estas dos instituciones las querían para sus fines económicos y las privaban de hacer con su cuerpo lo que desearan, pues se criminalizaba su sexualidad. Toda esta cacería implicaba quemar, torturar y asesinar a las mujeres, dejando como resultado una nueva forma de ser mujer, una en que ellas estaban por debajo de los hombres y de las instituciones, su trabajo se pagaba más barato o no se les daba, quedando así dependientes del estado o de los hombres cercanos, se le imponía una dominación y se encontraban por encima de ellas en capacidad de decidir, de trabajar, de estudiar y de tener vida fuera del hogar.
¿Cuáles fueron los resultados de esta cacería de
brujas?
El
primer resultado fue que en la historia las mujeres quedaron como personas que
hay que controlar, sirvientes del demonio, destructoras de hombres y nunca se
nos contó que realmente fueron mujeres asesinadas porque tenían conocimientos
avanzados, porque la iglesia y el estado las necesitaban encerradas pariendo
hijos, controlando su sexualidad y al servicio de la producción de riqueza para
otros diferentes a ellas y sus familias.
Segundo, se hace normal el asesinato masivo de mujeres, pasó en la edad media y pasa en el 2019, no pensemos esto tan lejos de nuestra realidad, si bien es difícil que en Colombia maten por ser “brujas” a las mujeres, lo hacen por otros motivos, no por hacer conjuros, sino porque no quieren estar más con sus parejas, no por volar en escobas, sino por celos, no por curar con plantas, sino porque el estado se cree dueño de los cuerpos y decide por las mujeres.
Tercero, es difícil para las mujeres reunirse entre ellas, se les destinó a no estar en el campo de la ciencia, ni la medicina, ni cualquier ámbito donde pudieran tener oportunidad de ser libres, de hacer algo más que parir hijos y cuidarlos para que sean trabajadores algún día, se les encerró con doble llave en sus casas, no deciden por su cuerpo y no deciden por su vida, allí se han quedado y aún están trabajando para ser mujeres libres de controles sociales y políticos.
Algunas
mujeres han rescatado ese término de brujas, pues le dan otro significado más
allá de la brujería y rescatan esos espacios donde las mujeres se pueden encontrar
unas con otras, aprender e intentar liberarse conjuntamente, para decidir sobre
sus cuerpos y vida, más allá de lo que dictamine la iglesia y el estado.
En Colombia 24.532 personas fueron víctimas de violencia sexual durante el 2018. 24.532 personas que no caminan igual por las calles, 24.532 personas que dejaron de sentirse y verse a sí mismas como antes, 24.532 personas cuya vida cambió para siempre.
¿Qué podemos hacer para transformar el dolor en
resistencia, la ira en dignidad, la soledad en juntanza y el miedo en la
esperanza de poder crear juntxs otro mundo posible?
Queremos encontrarnos el 25 de Mayo, Día Nacional por la Dignidad de las víctimas de Violencia sexual, en un #GritoColectivo de varias personas y colectivos que junto a nosotrxs estén convencidas de que #NoEsHoraDeCallar.
Te invitamos a que participes junto a nosotras en la reflexión sobre las manifestaciones de las violencias sexuales, los sentimientos que surgen tras ser violentadas, el planteamiento sobre qué podemos hacer con eso y cómo podemos canalizarlo.
Transcurrirá durante cuatro eventos donde haremos círculos de consciencia, clases de defensa personal y la conformación de La Red en contra de la violencia sexual.